FERRARI: Un GP decepcionante que, además del cuarto puesto de Lewis, nos deja con más de una duda sobre el futuro del coche rojo.
El potencial para ganar. Sí. Que el jueves siempre está ahí, y a menudo se confirma el viernes, con el maravilloso ritmo de carrera de los entrenamientos libres, que algún día leeremos en los libros de historia.
Es desde el momento de la clasificación que el Ferrari muy unido (palabras del CEO Vigna) se desune, con los pilotos acusando al coche o a sí mismos, con Vasseur acusando a los pilotos, porque para él el coche siempre está ahí, el potencial es un dogma irrefutable, y poco importa si también llega detrás de un Sauber.
Porque es cierto que ha llovido y que el coche rojo es segunda fuerza en seco -actualmente-, pero también es cierto que los abanderados de Ferrari con superficie resbaladiza fueron los que más patinaron, con el coche quizás más difícil de conducir. Un SF-25 tan rápido que ya no se desviaba en las últimas curvas de la vuelta rápida de la clasificación, solo por mencionar otro de los quebraderos de cabeza del monoplaza emiliano.
El GP de Gran Bretaña, tras un resultado algo decepcionante, ha dejado aún más al descubierto la fragilidad de Ferrari. Lewis Hamilton tuvo un excelente fin de semana. Demostró estar atento, motivado, hizo buenos adelantamientos en carrera, mantuvo a flote al Cavallino Rampante con la tormenta, pero cuando pudo haber conquistado el podio se perdió con los neumáticos lisos en una pista mojada, quejándose del SF-25, de su proverbial inestabilidad.
Pero Hamilton mira más allá, habla pensando en el mañana, convencido y seguro de tener un impacto más que nunca en el próximo coche, confiado en poder cambiar el destino desfavorable de este equipo. Quiere ser seguido por el equipo y Red Bull quizás esté listo para hacerlo.
El momento de Charles Leclerc parece diferente. Su mal humor, sus dificultades, su nerviosismo, son la prueba de fuego de algo que ya no funciona, entre él y el equipo y quizás dentro del propio equipo.
Protagonista de un fin de semana para olvidar, con dificultades de conducción inusuales y una apuesta estratégica nacida de la inquietud, Charles habló de forma críptica, insinuando problemas estructurales en el SF-25, que le impedirían conducir como quiere. Y después de la carrera se vio oscurecido por la falta de ritmo, declarando que no entendía por qué Hamilton había tenido tanto más.
En los últimos años, Leclerc ha mantenido a Ferrari en el aire, pero por primera vez parece desanimado, vacío, nervioso y, sobre todo, preocupado. En Silverstone no vimos el talento sereno y combativo, que saca al equipo de las dificultades. Pero un conductor perdido, sin sensibilidad por el coche.
¿Cuál es el origen de tanta inquietud y preocupación por Leclerc? ¿Algo que esté pasando dentro del equipo? ¿Tiene algo que ver con el enfoque de Hamilton para invocar el liderazgo técnico? Preguntas legítimas que aumentan las dudas no solo sobre la Ferrari actual, sino también sobre la que está por venir.
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