Bernd Maylander, nos cuenta una curiosa situación en su carrera profesional como piloto del coche de seguridad, cuando pudo tener problemas de combustible.
Dentro del Paddock hay una cara menos reconocible de lo que merecería por su larga carrera e importante labor, como es la del piloto del safety car, Bernd Maylander, quien desde 1999 tiene la función de controlar la carrera en los momentos en que no está garantizada la seguridad en pista, lo que no le deja exento de presiones por parte de varios pilotos, que como Lewis Hamilton acostumbraba a hacer, tiende a presionar al conductor del coche de seguridad a fin de que vaya más rápido y los F1 puedan mantener mejor la temperatura en sus neumáticos.
El día que el coche de seguridad pudo quedarse sin combustible
Sin embargo las situaciones difíciles de lidiar para el coche de seguridad no vienen necesariamente dadas por los competidores a los que tratar de contener, sino por otros motivos coyunturales, y que incluso llegan a ser imprevisibles, tal como tuvo lugar en el GP de Japón de 2007, en el que la lluvia sacudió al circuito del Monte Fuji, del mismo modo que lo hiciese en la primera vez que este circuito acogiese una cita del campeonato de F1, en 1976, con aquella carrera que decidió el campeonato entre Niki Lauda y James Hunt con victoria para el británico después de que Lauda decidiese retirarse de la carrera tras considerarla insegura, aún con el cercano recuerdo de su accidente en Nurburgring.
En esta ocasión fue la misma lluvia y niebla la que llevaron a comenzar la carrera tras e safety car, aunque esta medida de seguridad se fue estirando vuelta a vuelta, hasta completar el giro 19 de 66, cosa que puso a prueba a dirección de carrera y al safety car, tal como recuerda el propio Maylander:
“Hacía un tiempo horrible el domingo. No estábamos realmente seguros de si podríamos comenzar la carrera y me desplegué, dimos un par de vueltas solo para tener una idea”, recuerda el piloto sobre la medida que acabó prolongándose hasta resultar problemática:
“Mi copiloto dijo: 'Oh, Bernd, estamos dando muchas vueltas', y yo dije: 'Sí, pero tenemos que vigilar el combustible”, prosigue Maylander, quien transmitió este mensaje a dirección de carrera: “Vi que estaba menos de la mitad y le dije a Herbie Blash, el subdirector de carrera, en la radio: 'Herbie, ¿cuántas vueltas tenemos que dar?'”
“Él dijo: 'Bueno, a ver, todavía hace mal tiempo'”, comenta el piloto del safety car, poniendo en conocimiento de la FIA los apuros por los que pasaba aquel Mercedes deportivo con un consumo poco idílico: “Dije, 'Está bien, solo para su información, creo que después de cinco o seis vueltas, tal vez nos quedemos sin combustible. Por suerte, nos dijeron 'OK, Safety Car en la próxima vuelta, intentaremos parar para una largada normal”, recuerda.
“Le informé al equipo que necesitábamos cambiar los coches, pasamos del principal al coche de repuesto, exactamente el mismo coche, y fuimos hasta el final del pit lane a nuestra posición de estacionamiento”, prosigue Bernd Maylander con aquella anécdota, que implicó un cambio de coche de seguridad que afortunadamente fue posible, en vista de lo que quedaba por suceder:
“Luego, Fernando se estrelló en la curva 5 o 6 y, por lo tanto, el coche de seguridad volvió a la pista. Afortunadamente, en el segundo coche, solo estuve en la pista durante cinco o seis vueltas, y todo estuvo a salvo”, completó el alemán, sobre aquella carrera en el Monte Fuji, de la que sin embargo, la FIA no tomó ninguna nueva precaución de cara al futuro, pues puso de manifiesto la eficacia del protocolo para situaciones excepcionales de problemas con el primer safety car:
“Herbie ya estaba pensando, 'Está bien, enviaremos un coche médico a la pista', por lo que intentaron preparar algunas medidas preventivas de seguridad. Al final, todo salió bien y, en este momento, todavía estamos haciendo el mismo procedimiento si sucede algo como esto, para mantener a todos a salvo” finaliza Maylander sobre una tercera y última bala en la recamara como era recurrir al coche médico, cosa que no llegó a ser necesaria y por la que reincide en el éxito del protocolo establecido.
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