Los objetivos es regresar al punto de partida de hace casi dos décadas.
Los problemas son recurrentes en la Fórmula 1, entendiendo por problema algo que se desea corregir, o que al menos se asegura que se quiere corregir, como por ejemplo, los viajes transoceánicos para una sola carrera.
Objetivo: Las características de hace 15 años
La última lucha de las mentes pensantes de la Fórmula 1, capitaneadas por Stefano Domenicali, se ha centrado en el ruido de los monoplazas. Aquel tema de conversación que acaparó la atención al comienzo de la era híbrida, con un compungido Bernie Ecclestone culpando a la FIA de tal disparate, vuelve a la palestra años después, precisamente cuando el aficionado reúne dos características; haber olvidado lo de hace una década, o ser un recién llegado que ni tan siquiera lo ha vivido.
No deja de ser llamativa la última ocurrencia después de años asegurando que lo importante para el aficionado no era sonido de los monoplazas, sino su eficiencia energética. Entonces eran tiempos de cambio y progreso, necesidad de estar a la vanguardia tecnológica o cualquiera justificación posible ante el hecho de que la Fórmula 1 había perdido uno de sus grandes atractivos.
Las anécdotas de aficionados que relatan sus primeras experiencias en circuito precisamente con cómo se escuchaban los monoplazas antes de llegar a las instalaciones, o como no es que se escuche, sino que se siente en el estómago cuando uno de estos monstruos pasaba por recta de meta, de repente, pasaron a ser algo secundario. Para la F1, el sonido ya no era relevante. Eso mientras paralelamente probaban cosas tan esperpénticas como darle forma de trompeta a la salida del escape, a ver si hacía más ruido. Y ahora, para 2026, se busca volver a lo de antes.
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