Monza fue reflejo de otra gestión nefasta de la situación que acabó en un nuevo velatorio tras la carrera.
Una temporada de Fórmula 1 es suficientemente larga como para permitir cometer una serie de errores sin consecuencia. Una o dos carreras en las que fallar pero con suficiente margen por delante como para remediarlo. Sin embargo, McLaren se está empeñando en batir el récord de situaciones mal gestionadas.
Otra situación mal gestionada por McLaren
El MCL38 es un misil. Tanto en clasificación como en ritmo de carrera, el McLaren no tiene rival. Un monoplaza que comenzó a mostrar su potencial en China y que desde entonces ha ido a más y a más. ¿Y cuál es el resultado? Pues que McLaren suma tres victorias. Las mismas que Mercedes. Las mismas que Ferrari. Un coche dominador que no domina.
El problema no es que McLaren perdiera el triunfo en Monza. No sería justo decir que el equipo erró, ya que realizó la estrategia que los datos señalaban como más idónea, aunque irónicamente, por el camino, empujasen a Ferrari a realizar una estrategia extrema que en contra de lo que esperado, como ya ocurriese en Bélgica, acabó siendo la más afectiva. Ahora es fácil decir que McLaren debería haber esperado para enseñar sus cartas, o que incluso debería haber dividido esfuerzos, pero ni la estrategia a una parada parecía rápida, ni Leclerc, al contrario que Sainz, indició que iba a hacer esto hasta el último momento.
Debe ser frustrante para un equipo que el hacerlo todo bien y arrinconar estratégicamente a un rival acabe llevando a una táctica que para sorpresa de todos acaba siendo ganadora, sin embargo, es algo que puede pasar y no es lo que debería quitarle el sueño a McLaren.
Lo que no resulta comprensible es ver a los pilotos de McLaren luchando entre ellos en un contexto en el que solo uno de ellos tiene posibilidades de ser campeón, y además muy remotas.
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