En el equipo Red Bull, todo lo que pudo salir mal, salió verdaderamente mal, incluyendo los pasos por boxes.
Max Verstappen fue el flamante ganador del Gran Premio de Bahréin de 2024. El neerlandés pilotó con un codo en la ventanilla para, vuelta rápida incluida, vencer con más de 22 segundos sobre su compañero de equipo, 25 segundos sobre el Ferrari de Carlos Sainz, tercero, y 46 segundos sobre el Mercedes de George Russell. El primer McLaren clasificado, fue el de Lando Norris, sexto, a 48 segundos de Verstappen.
Mal rendimiento de Red Bull
Un año después, sin ningún cambio reglamentario de gran importancia, la situación es notablemente diferente. Oscar Piastri, primer McLaren, ganó la carrera con 15 segundos sobre George Russell, dejando al primero Red Bull, el de Max Verstappen, sexto, a 34 segundos, a pesar de la aparición del coche de seguridad que se marchó en la vuelta 36, a 21 del final.
Tratar de averiguar de dónde ha salido ese diferencial de 72 segundos en menos de un año merecería un artículo a parte y no se llegaría a ninguna conclusión, ya que es lo que tratan de saber de forma infructuosa la totalidad de los ingenieros de Fórmula 1.
Es tan antiguo como la Fórmula 1 perderse en el monoplaza a la hora de tratar de sacarle más rendimiento. Solo Red Bull sabe qué cambios trataron de hacer para cerrar la brecha con McLaren, pero lo que sí se sabe es que Verstappen se estuvo quejando todo el fin de semana. De cómo giraba el coche, de la frenada, de los cambios… Una máquina aparentemente inconducible a la que no lograron domar en ningún momento.
Y como la historia de la F1 nos ha enseñado, cuando tienes que dedicar tu tiempo a apagar ciertos incendios, aparecen otros. Invertir los esfuerzos en tratar de encontrar la configuración acertada, pasar el tiempo entre sesiones realizando cambios, provoca que haya que descuidar otras áreas, pues el tiempo es finito para todos.
No es casual que los equipos con más problemas sean los que realicen peores paradas, como se evidenció en la época McLaren-Honda, y no es casual que Red Bull tuviese problemas en tres de sus cuatro paradas; las dos de Verstappen y en la primera de Yuki Tsunoda.
En la primera ronda de paradas, el semáforo que detiene a los pilotos para evitar ‘unsafe release’ nunca se apagó, y fue el ingeniero quién le tuvo que pedir a los pilotos que salieran. En la segunda, la rueda delantera derecha se negó a salir.
Malas paradas en boxes
Christian Horner fue preguntado por lo sucedido y el británico se mostró atónito, reconociendo que era un problema que no sabía ni que podía darse. Aunque el de Red Bull se encomendó a una investigación más exhaustiva, las primeras pesquisas detectaron un problema con el cableado eléctrico de ese pórtico que usan los equipos de F1 y al que no se le presta mucha atención, donde se encuentran entre otros elementos las bombonas para el correcto uso de las pistolas neumáticas.
Dicho fallo impidió que el semáforo se pusiera en verde. Horner reconoce que en la primera parada pensaron en un fallo humano, un mecánico que no apretó correctamente su botón de fin de tarea, razón por la que no tomaron ninguna medida y se repitió poco más tarde en la parada de Yuki Tsunoda. Sobre el segundo problema en el vehículo de Max, no se le dio ninguna importancia más allá de algo que ocurre una o dos veces a lo largo de la temporada.
Los mejores pasos por el pit lane se redujeron a los 24 segundos. El primero de Max Verstappen fue de 26,518’’, y el segundo, de 28,064’’, cercano al que marcó Lando Norris… cuando cumplió su sanción de 5’’ por colocarse mal en la salida.
Potencial lucha con Hamilton
Una pérdida aproximada de seis segundos que con la tabla de tiempos le hubiera dejado más cerca de Lewis Hamilton, más teniendo en cuenta que el verdadero problema del neerlandés fue el tráfico y lo mucho que le costó adelantar a pilotos como Esteban Ocon y Pierre Gasly.
En cualquier caso, para los objetivos de Red Bull, poca diferencia hay entre un quinto y un sexto puesto.
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