Ben Sulayem, ha encontrado culpable de la mala acogida que ha tenido la sanción por el mal lenguaje de Max Verstappen.
La última decisión controvertida de la FIA sigue dando coletazos en el mundo Fórmula 1. La FIA ha tratado calmar las aguas optando por no hablar del tema, pero la sanción impuesta a Max Verstappen por el uso de lenguaje mal sonante en una rueda de prensa enfadó tanto al piloto neerlandés como al resto de pilotos.
Decisiones impopulares de la FIA
En un mundo de guerra psicológica donde si tu rival dice sí, tú dices no, Max Verstappen se encontró con el apoyo unánime de la parrilla, con incluso su archirrival Lewis Hamilton dijo que él no la cumpliría y que espera que Max tampoco lo haga. Dicho de otra manera, la FIA se encontró sola en su batalla.
En un universo normal, cualquiera llegaría a la conclusión de que igual te has podido equivocar en tu propósito o en la forma de afrontarlo. Pero la FIA no comete errores. Así que no solo no ha corregido, sino que de alguna forma, sin el valor de hablar abiertamente del tema, han encontrado a quién echarle la culpa.
Ben Sulayem ha vuelto a tener una semana ocupada dando entrevistas en las que reclamaba crédito para las cosas que hace la FIA, se quejaba de que sus ingresos no hayan aumentado tanto como los de la Fórmula 1, y por último, se quejaba de la prensa británica, a quién culpaba de todo lo sucedido alrededor de Max Verstappen.
Porque como todo el mundo sabe, si por algo se caracteriza la prensa británica es por su sobreprotección hacia la figura de Max Verstappen. El presidente de la FIA encontró un símil entra las quejas vertidas por Adrian Newey en un podcast, diciendo que la prensa británica había pintado de villanos a Sebastian Vettel y Max Verstappen, y su propia situación. El problema no son las decisiones, sino la mala prensa.
Ninguna autocrítica
Incluso se permitió el lujo de sacar pecho tras las últimas medidas introducidas por la FIA que habían permitido acabar con los problemas de los límites de pista, sin nombrar, eso sí, quién había creado esos problemas. Tampoco realizó comentarios sobre la falta de constancia con las sanciones o el tiempo que puede llegar a transcurrir desde que se anuncia la investigación hasta que esta concluye.
En la gran capacidad para detectar las injusticias de terceros sobre la FIA, no parece tener cabida ningún tipo de autocrítica.
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