FIA y las criticas, si el sistema se pervierte es porque puede ser pervertido, y hasta que no se solucione eso, el panorama pinta desolador.
No es de extrañar que el ‘código de normas’ que parecen regir los comportamientos permitidos en pista sea algo a lo que solo los protagonistas tienen acceso, pues visto lo visto, cuantas menos pruebas queden de lo que debe ser ese despropósito de documento, mejor para todos.
El reglamento de la FIA, cuestionado
No es fácil explicar cómo se ha llegado a una situación en la que sea aceptado el echar a alguien de pista con el único pretexto de que puedo hacerlo porque he pasado antes por el vértice de la curva. Se modifica toda una normativa técnica para fomentar la lucha cuerpo a cuerpo y los adelantamientos y luego se avalan comportamientos totalmente contrarios a este propósito.
Es evidente que las reglas deben ser un cisco. La Fórmula 1 tiene muchos años y digamos que las normas se han ido moldeando según el propósito que se buscase. Especialmente en época de Bernie Ecclestone y Charlie Withing, no tenían problemas a cambiar las reglas del juego según conviniese a la situación.
Así es como nacieron cosas como ‘la parte significativa del monoplaza’, el ‘tenía el interior’, ‘derecho a curva’ o el poder saltarse una curva defendiendo posición siempre y cuando “no lo hagan muchas veces”. ¿Cuántas veces? Pues las que a mí me apetezca.
En el directo televisivo, la ex piloto Danica Patrick hacía una interesante reflexión en la que incidía que cuanto más se legisla en un reglamento, más lagunas y zonas grises se crean. Y ciertamente, cuanto más sencillo sea, menos posibilidad de meter la pata. Y la pregunta es, por qué diantres el reglamento no es sencillo.
Quizás porque un nuevo código de conducta no es susceptible de vender como un gran logro, con fotografía incluida, como si lo es un ‘halo’ o un cheque gigante de dinero recaudado para causa benéfica X. O quizás por incompetencia.
Como hemos ido publicando estos días, es un hecho que Max Verstappen ha pervertido el sistema, aprovechando las normas hasta el límite, incluidas las sanciones laxas. El problema no es que lo haya hecho, sino que haya podido hacerlo.
Cada vez que ha aparecido una señal de alerta, en lugar de atajar el problema, se ha mirado para otro lado esperando que no vuelva a pasar. Porque generalmente solo se le da importancia a algo dependiendo de quién sea el protagonista. Por ejemplo, en Austin solo se hablaba de la maniobra entre Verstappen y Norris, pero nadie puso el grito en el cielo porque Albon hubiese arruinado la carrera de Esteban Ocon en la primera curva. Por lo que sea, hay un reglamento que permite impactar contra rivales en la primera curva, y a nadie le parece una barbaridad. Y los ejemplos son incontables.
Como tampoco parece que a nadie le importe que un piloto que provoca una bandera roja en clasificación salga beneficiado de ello. Porque mira que han tenido años para solucionarlo.
Verstappen el pasado fin de semana sufrió una dura sanción de 20 segundos, pero el castigo le permitió lograr su cometido, que no era otro que el de frenar al piloto al que le hizo un adelantamiento indebido. De nuevo, una situación que ya había ocurrido en el pasado, y que lejos de ser criticada, fue aplaudida. Porque no es qué, sino quién o a quién.
Kevin Magnussen tuvo una actitud que lejos de ser criticada, fue aplaudida por los que ahora se echan las manos a la cabeza. En Arabia Saudí, el danés no tuvo problemas en incumplir las normas cuantas veces fuera necesario, pues el objetivo era retener al pelotón tras él para que puntuara Hulkenberg. Y lo consiguió. El sistema se mostró deficiente, incapaz de impartir justicia ante unas sanciones de tiempo que no arreglaban el problema. Repito, se aplaudió.
No es el qué, es el quién
Se criticó más cuando repitió la maniobra, ya que esta vez cometió el error de hacérselo a Lewis Hamilton. Esta vez sí importo y recibió críticas. Alguna editorial hablando de que no debería permitirse y de nuevo a no hacer nada esperando que no se vuelva a repetir.
Ni tan siquiera cuando Checo Pérez echó dos veces de pista a Charles Leclerc porque le salía a cuenta cumplir una doble sanción de tiempo que el intentar adelantar al Ferrari en un circuito muy complicado. Obvio que había lagunas, pero no se quisieron tocar. Es más fácil aludir al espíritu deportivo de los animales competitivos cuando la cosa se ponga fea, suplicando que no intenten sacar provecho del sistema.
La FIA parece dispuesta -ahora- a modificar estas absurdas normas basadas en el vértice de la curva. Pero nadie habla de que salga más a cuenta una sanción que el ser deportivo. De por qué no hay potestad de hacer que un piloto que ha ganado una posición de forma fraudulenta tenga que devolver. De que un piloto que ha mandado a su máximo rival al muro no pueda acabar ganando la carrera. Pero si de momento se legisla obligando a dejar espacio, algo que entra dentro de toda lógica y hasta el menos ducho en la materia entiende, podemos darnos por satisfechos.
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