viernes, 21 de marzo de 2025

A.F1-GP de CHINA-FERRARI: dentro del equipo sin primer manejo, Charles Leclerc y Lewis Hamilton una pareja emocionante pero explosiva.

Es imposible pedirle a uno de los dos pilotos que haga la segunda guía. Será un desafío abierto entre ellos. El equipo tendrá que ser bueno gestionándolos.

Las fotos juntos en las sesiones de fotos son perfectas, el dream team se ha cumplido, la pelota ahora pasa toda al equipo que tendrá que decidir cómo tratar a dos corredores con las mismas ambiciones, pero situaciones completamente opuestas. Lewis Hamilton y Charles Leclerc son dos pilotos leales y deportivos, no es difícil imaginar una convivencia entre ellos basada en la sana competencia y el respeto mutuo.

Dicho esto, como se ha visto en cada emparejamiento reciente también y especialmente en Ferrari, cuando los pilotos están demasiado cerca unos de otros, los malentendidos, el descontento, los desacuerdos, están a la orden del día. Es imposible tener a dos pilotos en igualdad de condiciones y esperar que la rivalidad no se encienda, no exista. Solo podría suceder con un coche muy lento y, por lo tanto, en un equipo sin ninguna ambición. Obviamente, esperamos que este no sea el caso del coche rojo en 2025.

Leclerc nunca ha tenido una vida fácil desde que llegó a Ferrari. Su primer compañero de equipo fue el cuatro veces campeón del mundo Sebastian Vettel, con quien el monegasco tuvo una acalorada pero respetuosa rivalidad, tanto que le dedicó su casco en la última carrera de Seb de rojo, en Abu Dhabi en 2020. Sin embargo, no han faltado momentos tensos, como en Singapur y São Paulo en 2019.

Los cuatro años de convivencia con Carlos Sainz pueden convertirse en ley; Charles tenía una buena relación básica con el español, dentro y fuera de la pista, y ambos pilotos se empujaban mutuamente. Sainz, por su parte, siempre ha vivido el enfrentamiento con Leclerc de una manera muy sentida, no ocultando que tiene especial interés en ganarle. Sin embargo, no faltaron los momentos difíciles. Silverstone 2022 ha entrado en el imaginario colectivo como una de las peores gestiones de una pareja de pilotos por parte de un equipo.

La victoria "manchada" de Sainz, con una estrategia que penalizó a Leclerc como mínimo, contribuyó a arruinar la relación entre el piloto de Montecarlo y Mattia Binotto, el entonces director del equipo del Cavallino Rampante. La creciente tensión entre los dos portadores de la bandera roja explotó en Las Vegas en 2024. Después de demasiados duelos durante la temporada, Leclerc se sintió "traicionado" por Sainz, acusándolo entonces abiertamente de no respetar nunca los acuerdos de no beligerancia, ni en ningún caso las reglas de enfrentamiento del equipo.

Con Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo recibido con retórica mesiánica por los medios de comunicación y monopolizador total de la hibernación invernal de la Fórmula 1, la Roja ha elevado aún más el coeficiente de dificultad de sus pilotos. Ahora tienes a un lado del garaje el talento de la casa, el piloto que creció con los colores de Maranello, el "predestinado", el piloto por el que habías apostado el renacer. Por otro lado, tienes al más grande de la historia en números, un fenómeno, una leyenda viva de este deporte, que llega a la Scuderia con el claro objetivo de intentar asaltar el octavo título mundial. Son dos situaciones irreconciliables. Dependerá del equipo ser capaz de gestionar las ambiciones de ambos sin penalizar a ninguno de ellos.

Está claro que no se le puede pedir a Hamilton que haga la segunda carrera. Es Lewis Hamilton, la superestrella, acogido por ellos y con una carga incalculable de expectativas. Es bastante difícil pedirle a Leclerc, el impulsor y abanderado de los Rojos, que dé un paso atrás y vuelva a ser el joven con grandes esperanzas que debe crecer al lado del campeón. Eso sería inaceptable.

Leclerc es un gran piloto en medio de su madurez. La única solución es la igualdad absoluta de trato, y Ferrari y Fred Vasseur en particular tendrán que ser muy buenos gestionando a un par de pilotos tan emocionantes como potencialmente explosivos. Habrá dos gallos en el gallinero, la esperanza es que al final no gane el único lobo, que siempre está flanqueado por el cordero de sacrificio de turno (pista: MV).



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