El piloto Liam Lawson, realizó una de las carreras más pobres en lo que a ritmo de carrera se refiere, ni tan siquiera comparable con la temporada 2005.
Red Bull Racing tomó la decisión durante la pasada temporada de prescindir de los servicios de Checo Pérez, ganándose la ira de la afición del piloto mexicano, que dicho sea de paso, ya criticaba con dureza al equipo y a los mandatarios cuando el piloto estaba en nómina.
Cuarto compañero diferente para Verstappen desde la marcha de Ricciardo
La razón para prescindir de Pérez fue curiosamente la misma que le hizo llegar a Red Bull: no estoy seguro de si me vas a mejorar los resultados del piloto al que sustituyes, pero prefiero probar otra cosa a quedarme con lo que aportas. Misma razón por la que salió del equipo Pierre Gasly y Alex Albon. Y es que los tres citados salían terriblemente perjudicados en la comparación directa con Max Verstappen. Pasable cuando el monoplaza iba bien, insultante cuando aparecían las dificultades, hasta el punto de convertirse en casi habitual ver al neerlandés meter un segundo por vuelta e incluso más en ritmo de carrera.
El RB21 se presentó en pista con la intención de arreglar los problemas que tanto complicaron la temporada 2024, pero los test de pretemporada fueron suficiente para comprobar que, parecía pilotable en manos de Max, y terriblemente nervioso con Liam Lawson al volante.
La sensación en Bahréin era que Lawson lo iba a pasar mal en este comienzo de año. Y siguiendo el popular dicho de que a perro flaco todo son pulgas, el inicio de la temporada era en Australia, lugar en el que Red Bull ya venía montando signos de flaqueza.
Decimosexto en los primeros libres, decimoséptimo en los segundos entrenamientos, y sin participar en los terceros por un problema en el turbo. El drama en clasificación se veía a kilómetros, tal y como se confirmó quedando eliminado en Q1 y siendo únicamente más rápido que el Haas de Esteban Ocon.
Para carrera, Red Bull tomó la decisión de realizar cambios de puesta a punto para adaptar el monoplaza a la lluvia con la que amaneció Albert Park, por lo que en teoría, debía ir incluso mejor que el resto de rivales con una configuración más estándar. Pero no.
Más lento que los Sauber
El ritmo de Lawson fue, siendo suaves, patético. En un piloto que sale al fondo del pelotón es de esperar que quede atrapado en el pelotón sin poder avanzar, dificultando la comparativa. Pero es que no fue el caso… El neozelandés quedó en tierra de nadie, por delante de los Haas, pero incapaz de atrapar a los Sauber.
En la vuelta 9, Verstappen rodó 4,1 segundos más rápido. En la vuelta 13, 3’’. 3,3’’ en la 16. A medida que el desgaste de los neumáticos aparecía, la pérdida se iba reduciendo. 1,7’’ en la 21. Solo ocho décimas en la 26… y de nuevo 3’’ en la 30. De ahí hasta los 5,5’’ de la vuelta 32, antes de que llegase el momento de las paradas. Para entonces, la diferencia entre ambos ya era de casi 80’’, a punto de ser doblado.
Lawson montó goma de seco, como muchos otros pilotos, y los mantuvo cuando aparecieron las primeras gotas de lluvia, buscando quizás hacer algo diferente al resto de la parrilla, lo que acabó con una pérdida de control y golpe contra el muro. Y difícilmente se puede culpar a un piloto con goma ‘slick’ de tener un accidente cuando aparece la lluvia, pero sin duda sí de todo lo demás.
¿Cómo puede un piloto ascender a un coche que sacó un podio e ir insultantemente pero que hace unos meses cuando pilotaba un Racing Bulls? Esa es precisamente la pregunta que Red Bull se muestra incapaz de contestar, y que le ha pasado no con uno ni con dos, sino ya con cuatro pilotos, y lo que es más preocupante, con dos normativas técnicas diferentes.
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