Los monoplazas de F1 son piezas sofisticadas y brillanteces técnicas escondidas a cada centímetro, donde el difusor es uno de los grandes protagonistas.
La Fórmula 1 es una categoría deportiva distinguida por la habilidad de los pilotos y su técnica y rivalidad en carrera desde dentro del monoplaza, pero esto en el gran circo es solo una parte de un todo, donde precisamente el monoplaza, se concepción y desarrollo constituyen otra mitad imprescindible. En este sentido, la excelencia de los ingenieros es siempre un elemento insustituible para la creación de increíbles monoplazas que se sirven de gran cantidad de trucos y herramientas aerodinámicas para rendir al mejor nivel. Uno de los elementos más importantes a estos efectos, es el difusor de un Fórmula 1.
¿Cómo funciona el difusor en un Fórmula 1?
El difusor es un elemento aerodinámico de los coches de Fórmula 1, ubicado en la parte posterior inferior del monoplaza, en la parte final del fondo. Como cualquier parte de estos coches, la utilidad del difusor está en generar carga aerodinámica; que en un Fórmula 1 funciona básicamente debido a dos factores: la alta presión en la parte superior del monoplaza, y la baja presión en la parte inferior del monoplaza. De este modo, se consigue a nivel aerodinámico que un Fórmula 1 vaya lo más presionado posible contra el suelo, haciendo que los neumáticos se fijen más al asfalto, aumentando por tanto su adherencia y en definitiva de rendimiento.
El difusor de un coche de Fórmula 1 contribuye a este efecto siguiendo el principio de que, cuando el aire aumenta de velocidad, la presión disminuye, cosa que se pretende en esta zona inferior del coche. De esta forma, con su forma de ‘delta’, menos angosto que la parte inmediatamente anterior del suelo, el aire que llega a la parte inferior del monoplaza tras atravesar todo el fondo, potencia su velocidad en el difusor, reforzando así el ansiado efecto con la presión baja.
El difusor de un coche de Fórmula 1 sin embargo es una pieza capital que necesita de una correlación adecuada un buen número de elementos imprescindibles para lograr que funcione adecuadamente, tales como el fondo del monoplaza o el alerón delantero. Una de las ventajas capitales del trabajo del difusor, es que a diferencia de otras partes del coche, esta genera una carga aerodinámica limpia, pues no requiere de un ala o instrumento que provoque resistencia al aire.
El uso del difusor en Fórmula 1
En base a todo lo anterior, no cabe duda de la importancia de saber aprovechar todas las potencialidades que brinda este elemento para poder ser eficiente sobre la pista, sin embargo debido a la normativa actual, el uso del difusor no es tan eficiente como podría llegar a serlo, y como lo fue en la década de 1980, con los denominados ‘coches ala’, en aquellos tiempos de uso salvaje del efecto suelo y que debido a su peligrosidad fue prohibido hasta su retorno hace una temporada, aunque ya sin los faldones que tantos accidentes provocaron.
En la historia reciente de la Fórmula 1, los difusores también han sido un arma potencial y elemento de disputa y controversia, como lo ilustran casos como el equipo Brawn GP en la temporada 2009 de F1, en la que gracias al uso del doble difusor, Jenson Button fue capaz de conquistar el campeonato en el único año de existencia del equipo. De esta forma, el equipo de Ross Brown aprovechó una laguna en el reglamento por la que crearon un difusor dentro del propio difusor, mediante un orificio que provocaba que el aire empezase a expandirse antes, y por ende, redoblando la menor presión en la parte inferior.
Otro equipo que ha sabido hacer funcionar a las mil maravillas el difusor ha sido el equipo Red Bull, que gracias al trabajo de Adrian Newey en esta parte del monoplaza ha conseguido marcar tendencias y obtener brillantes resultados, por ejemplo mediante el Rake, consistente en la diferencia de alturas entre la parte delantera del monoplaza y la trasera, haciendo que todo el fondo del monoplaza funcione como un difusor.
Pero la más destacada de las ocurrencias del equipo de Adrian Newey fue el difusor soplado, con el que el equipo austriaco y Sebastian Vettel destrozaron al resto de la parrilla en 2011, en una de las temporadas más dominantes de la historia. En este caso, Red Bull situó los gases a la altura de la ranura del coche con el neumático trasero de tal modo que, en pocas palabras, contribuía a ‘sellar’ esta zona en la que el aire a baja y alta presión se encontraba, afectando negativamente a la carga aerodinámica del monoplaza.
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