lunes, 17 de julio de 2023

A.F1-HISTORIAS F1-45 años de la victoria más grande de Carlos Reutemann en la F1.

Fue en un circuito donde ganó una carrera de tractores. Largó octavo y venció en Gran Bretaña con la Ferrari. “Es el gran triunfo que siempre soñé”, dijo el Lole. Su adelantamiento fue elegido como “La Maniobra del Año”. Cómo fueron sus días en la Scuderia, el team que aún le rinde tributo.

No fue aquel triunfo en el infierno Verde de Nürburgring

 en 1975 con el Brabham BT 44B. Tampoco el que obtuvo en Mónaco en 1980 con el Williams FW07 B, en la primera vez que fue acompañado por sus hijas. Para Carlos Alberto Reutemann su victoria más grande en la Fórmula 1 fue la que obtuvo el 16 de julio de 1978 en el Gran Premio de Gran Bretaña, en Brands Hatch, con la Ferrari 312 T3, en su temporada más ganadora en la Máxima.

Reutemann debutó con Ferrari en Italia 1976, cuando había sido el elegido para reemplazar a Niki Lauda, que 40 días antes había sufrido su brutal accidente en Nürburgring. Pero la fuerza de voluntad del austríaco lo hizo volver en Monza. El Lole debió esperar hasta 1977 para correr de forma permanente en la Scuderia y obtuvo una victoria en Brasil, en el Autódromo de Interlagos, en San Pablo.

A fines de 1977 Lauda se fue de Maranello dando un portazo y para irse a Brabham. El santafesino quedó como el referente del equipo y su compañero fue Gilles Villeneuve, al que luego definió como uno de los pocos amigos que tuvo en la F1. Tuvieron una buena relación y Carlos supo ser consejero del canadiense incluso cuando ya estuvo afuera de la casa italiana.

En 1978 la categoría fue dominada por los Lotus 78 y 79 gracias al efecto suelo desarrollado por el dueño del team, Colin Chapman, el sistema que permite que el coche se pegue al piso y, mediante los faldones a los laterales, conocidos como “polleritas”, permitieron una mejor entrada del aire para que el auto tuviera más adherencia y ganara velocidad en las curvas. Los coches icónicos ingleses negros y dorados con la publicidad de la tabacalera arrasaron con el campeón de ese año, estadounidense Mario Andretti (6 victorias), y el sueco Ronnie Peterson (2), que perdió la vida a causa de un accidente en Monza el 11 de septiembre de ese año.

En su etapa en Maranello, el Lole exprimió al máximo una de sus mayores virtudes que era el desarrollo de los autos y se pasó cientos de horas girando en la pista de Fiorano probando las gomas Michelin y elementos sobre las 312 T2, T3. Hace unos años se filtraron en las redes unas fotos en las que se ve el segundo modelo con modificaciones de cara a la T4 que fue el coche a batir en 1979, ya con el santafesino fuera del equipo.

Reutemann había vencido en el Autódromo de Jacarepaguá, en Río de Janeiro, Brasil; y en el callejero de Long Beach, en California, la Costa Oeste de los Estados Unidos. Era la punta de lanza de Ferrari, pero poco pudo hacer ante la supremacía de Lotus. “Que importante debe ser ganar esta carrera. Es el gran triunfo para un corredor de F1″, le dijo en 1971 al recordado periodista Germán Sopeña, que era el corresponsal de la revista CORSA. En la mañana del domingo 16 de julio le afirmó que “es cierto, nunca tuve suerte en el GP de Inglaterra. Ni aquí ni en Mónaco que son los dos circuitos donde siempre tuve problemas. Realmente, me gustaría más que nunca poder andar bien hoy en este GP de Inglaterra. Pero con los Lotus no hay caso”. Es que otra vez los coches ingleses dominaron, pero en carrera tuvieron problemas.

En esa época el Gran Premio británico alternaba sus sedes con Silverstone y Brands Hatch, que aún hoy sigue siendo muy pintoresco, rodeado de árboles en una típica pradera inglesa. Se trata de un circuito complicado con subidas, bajadas, angosto y con pocos lugares de sobrepaso aparte de la primera curva. A Reutemann la cayó bien ese circuito y en 1972 ganó allí una carrera de tractores en la que sacó a relucir su experiencia con esa clase de vehículos por sus trabajos en el campo de Santa Fe y fue el primero que supo circular por el césped debido a la poca adherencia que tuvieron los tractores en el asfalto. Al ser una exhibición promocional, el Lole no fue sancionado por “cortar camino”.

Para la carrera de 1978, Lotus hizo el 1-2 en clasificación con Peterson en la pole positions seguido de Andretti. Lideraron las primeras vueltas, hasta que en la sexta el nórdico abandonó por fallas en la bomba de nafta y en la 28° el norteamericano quedó afuera por rotura del motor Cosworth. La punta la heredó Jody Scheckter (Wolf) hasta que sufrió problemas con la caja de cambios, lo mismo que el siguiente líder, Alan Jones (ya era el escudero en Williams). Lauda heredó la vanguardia y detrás apareció Reutemann, que había partido octavo y tuvo buen ritmo, que le permitió reducir la diferencia de cinco segundos a solo uno detrás del entonces bicampeón mundial.

Más tarde las diferencias desaparecieron debido a los rezagados que complicaron a los punteros y fue en la vuelta 60 cuando el Lole dio la estocada final. Lauda y Reutemann se encontraron con Bruno Giacomelli (McLaren), que en la veloz curva previa a la recta principal esperó el sobrepaso de los líderes. Niki fue por afuera y justo el italiano se movió un poco hacia ese sector, lo tapó a Lauda y Reutemann aprovechó para plasmar su sobrepaso y quedó primero.

En las 16 rondas restantes Lauda no logró dar caza de Reutemann, que terminó logrando un brillante triunfo en el GP británico, ese que tanto había querido vencer. Ese 16 de julio de 1978 a las cinco de la tarde describió la victoria como “la mayor satisfacción de mi vida. El gran triunfo que siempre soñé”. Y agregó que “Austria ‘74 fue mi mejor carrera, pero creo que por la definición me quedo con esta”. Es que el Lole remontó desde el octavo lugar, una vez que fue a la caza de Lauda rompió los relojes para reducir las diferencias. Además, si se considera el evento y el rival de peso al que le ganó amerita que sea la más grande de sus victorias en F1.

Ante 80 mil personas, el Lole logró una gran victoria y en el podio fue escoltado por los dos pilotos de Brabham, Lauda y John Watson. Cuando Reutemann recibió el clásico trofeo dorado, similar al que aún hoy se sigue entregando, luego de los saludos y la entrega de la copa por parte del duque de Kent, en los parlantes sonó el himno italiano por Ferrari. Luego de escucharlo con respeto, Reutemann se lo hizo notar luego al speaker oficial y pocos minutos después se escuchó el himno argentino.

Mientras que en Maranello el que celebró de forma muy especial fue Enzo Ferrari, quien ya que vio cómo uno de sus pilotos le ganó a Lauda, quien un año antes se fue dando un portazo.

En tanto que Reutemann emuló a sus compatriotas ganadores en la carrera británica, pero con triunfos en la Catedral de Silverstone como los que obtuvieron José Froilán González (1951 y 1954) y Juan Manuel Fangio (1956). Además, la superación de Lole a Lauda fue tan elogiada en la categoría al punto que resultó elegida como “Maniobra del Año” y en las tarjetas de Navidad la reprodujo en un dibujo.

La de Brands Hatch en 1978 fue la tercera victoria de Reutemann en 1978 y a fin de año logró otra más en los Estados Unidos, en su despedida de Ferrari, ya que en 1979 pasó a Lotus pensando que con el auto a batir iba a poder consagrarse campeón. Pero a esa altura el resto de los equipos fuertes desarrollaron el efecto suelo y superaron a la escuadra de Colin Chapman, entre ellos la Scuderia, que gracias a la labor a destajo del Lole había desarrollado los neumáticos Michelin.

Si bien el propio Enzo Ferrari definió a Reutemann como un hombre tormentoso y atormentado, y pese a relación tirante con el jefe de equipo, Mauro Forghieri; la mayoría de los integrantes de la Scuderia adoraron al Lole y cuando regresó lo recibieron como un campeón en un marco celebratorio. Es que La Rossa es el equipo con el que logró más triunfos puntuables en la F1: 5, contra 4 en Brabham y 3 en Williams.

Reutemann ganó un total de 12 puntuables en la categoría (ganó otras dos sin puntos en Brasil 1972 y Sudáfrica 1981). También logró seis poles positions (mejor tiempo clasificatorio) y récords de vuelta, y 45 podios sobre 146 carreras (uno cada tres competencias).

Luego de partida a Lotus el vínculo de Carlos y Ferrari se mantuvo siempre. Por ejemplo, cuando la F1 volvió a la Argentina en 1995, el equipo italiano puso a disposición un auto de 1994 para que el Lole pudiera hacer una exhibición ante su gente. Aquel sábado y domingo 8 y 9 de abril el santafesino se lo tomó en serio y en cada salida a pista quiso hacer lo mejor posible, como en sus días de profesional. Luego retornó a Maranello en 2004, la última vez que manejó un auto de la Máxima, por entonces una F2004 similar a las que usó Michael Schumacher para alcanzar su séptimo y último título. Fue en Fiorano, el mismo lugar donde giró un sin número de vueltas. El pasado 7 de julio, al cumplirse el segundo aniversario de su fallecimiento, la Scuderia lo recordó en sus redes sociales y no Williams, el equipo con el que perdió el título en 1981.

Ferrari es la escudería más grande en 73 años de la F1 y uno de los equipos deportivos (de cualquier disciplina) con más hinchas en todo el planeta. Todo lo que pasa en el team de Maranello repercute más fuerte que en otro. Sus triunfos, sus derrotas y sus conflictos. El marco de presión interna es único. Pero correr allí es el sueño de muchos pilotos por todo lo que representa y Carlos Alberto Reutemann lo hizo durante poco más de dos temporadas, dejó su sello y aún sigue siendo muy recordado.

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