El equipo Red Bull tomo una decisión sobre el piloto neerlandés, reemplazándolo con efecto inmediato por Daniel Ricciardo para el resto del año.
Tal como hizo público Red Bull en el día de ayer, Nyck de Vries dejará de ser piloto de Fórmula 1 con efecto inmediato, dejando de este modo el asiento que ocupaba en AlphaTauri en menos de un viejo conocido de la categoría como lo es Daniel Ricciardo. De este modo, se materializa definitivamente uno de los secretos a voces más sonados de lo que va de 2023 como era que la estancia en el gran circo de Nyck de Vries iba a ser realmente corta.
De Vries, el nuevo, pero no el último
Y es que esta peculiar forma de Red Bull a la hora de gestionar a sus equipos junior y senior –casi como si los asientos de Red Bull y AlphaTauri fuesen de categorías de formación–, ya se ha cobrado a lo largo de la corta historia de la marca a varias víctimas de las que Nyck de Vries no es solo una incorporación más. La certeza en esto último está en que a la vista de los resultados, tanto a Christian Horner como a Helmut Marko parece funcionarles de maravilla la fórmula de ir quemando ‘las sobras’ para encontrar entre ellas verdaderos diamantes.
Esto no quiere decir que el despido fulminante a Nyck de Vries sea uno injustificado, pues ciertamente, el rendimiento del piloto de los Países Bajos ha sido ínfimo en comparación con lo que se esperaba de él después de su debut en el GP de Italia de 2022. Una carrera que si bien le sirvió de puerta de entrada al gran circo, también ha sido la propia condena para De Vries, en cuanto al engañoso retrato que pintó sobre el campeón de la Fórmula E, capaz de hacer puntos de un día para otro con el ‘peor’ coche de la parrilla en un circuito en el que sin embargo, el Williams era realmente cómodo de pilotar –y pensar lo que podría haber conseguido Alexander Albon de haber podido competir ese fin de semana en Monza–.
Luego sucede lo que siempre, Helmut Marko haciendo de ‘poli malo’ desvelando entresijos sobre la aparentemente precaria llegada del piloto y haciendo evidente la falta de desconfianza en el recién llegado en un momento de máxima debilidad, poniendo a Nyck de Vries en la tesitura de tener que justificar ante los medios que la cúpula de Red Bull no confía en él y que ha recibido un ultimátum para mejorar su nivel en pocas carreras. Para más inri, tampoco de Vries ha tenido facilidades en estas diez carreras de la mano de un monoplaza lento y complicado de conducir en cualquier circunstancia –a diferencia por ejemplo de sus rivales de Williams en según qué fines de semana como en el reciente GP de Gran Bretaña–.
Y si, la Fórmula 1 por encima de un deporte es un negocio, y uno caro, donde tener un activo rindiendo por debajo de lo esperado se paga a un elevado precio, lo que justifica por tanto la llegada de Daniel Ricciardo con la intención de salvar una desastrosa situación para el equipo B de Red Bull. Sin embargo, eso sigue sin borrar el hecho de que la precariedad con la que Helmut Marko, Christian Horner y compañía tratan a sus pilotos sea menos injusta, después de ‘quemar’ tras solo diez carreras a un piloto que no era la primera opción ni de Red Bull –quien aspiraba a conseguir a Colton Herta, de la IndyCar–, ni de AlphaTauri –pues la predilección de Franz Tost estaba en Mick Schumacher–, a ello sumémosle la falta de tiempo de adaptación, que el propio Tost en aire defensivo, fijó en tres temporadas, lo que quizás si resulte un tanto excesivo, pero mucho más coherente que menos de media temporada. Y todo ello además con el condicionante de haber tenido que lidiar con un coche que actualmente es el último en la clasificación de constructores y una directiva voraz que no asumirá ninguna responsabilidad por haber sometido a este trato al límite del juego limpio, después de una decisión acelerada y una falta de acompañamiento evidente a un Nyck de Vries que ahora le queda un largo camino para limpiar su nombre como piloto y volver a empezar de cero.
En definitiva, el de Nyck de Vries es un caso muy similar al de otros ex pilotos del programa Red Bull como Daniil Kvyat, Pierre Gasly, o Alexander Albon –de ahí que cueste pensar que con De Vries vaya a acabar la hemorragia de juguetes rotos de Red Bull–, todos ilustrando el caso de Ícaro, que cuanto más ascendían (y más rápido) y se acercaban a un sol en forma de Red Bull, más abrupta acababa siendo la caída. Al menos a los otros expilotos se les brindó una segunda oportunidad en forma de regreso a la F1 por una vía o por otra, cosa que por el momento parece más complicada en el caso de Nyck de Vries. A fin de cuentas, el manifiesto éxito de Red Bull en Fórmula 1 lleva directamente a una justificación de este tipo de conducta ‘extrema’, lo que no quita que cada historia de Fórmula 1 tenga sus dos caras o lecturas diferentes, y haya que atender a ambas para obtener una visión completa.
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