La F1 censuró ciertos momentos de la realidad, puso la venda antes de la herida y el resultado fue desconcertante, con la certificación de algo que no debería ocurrir.
Quién sigue la Fórmula 1 muy de cerca y con atención, es consciente de que hay pequeños detalles que no encajan. Publicidades digitales que es imposible que existan, coches que desaparecen de la pantalla al pasar por una escapatoria… cosas sin mayor importancia.
Miedo a un ambiente hostil
Sí tiene más importancia otro tipo de cosas. Como la selección de radios que se eligen durante la carrera, y que omitiendo unos mensajes y escogiendo otros, se puede dejar a un piloto como algo menos que un héroe, o como un llorón que se queja de absolutamente todo.
También algo de lo que se tenía un alto grado de sospecha, como es el fomentar la imagen de héroe de ciertos pilotos que luego, curiosamente, no concuerda con las encuestas de popularidad que realizan distintos medios.
Por ser más directos; desde hace tiempo ‘rascaba’ lo muy vitoreado que era Lewis Hamilton en algunos circuitos. Incluyendo circuitos sin apenas público, como Qatar, o trazados donde el público local es más fan de otros pilotos. La forma en la que el sonido ambiente subía en esos momentos era, cuanto menos, extraño.
Las sospechas se han convertido en realidad en este Gran Premio de México, donde el miedo a un abucheo masivo a Max Verstappen han llevado a tomar malas decisiones. La F1, la categoría de las apariencias, la que invierte ingentes cantidades de esfuerzo en mostrar lo bien que se lo pasa la gente de la grada, y cuanto gusta a los niños, se puso más que nerviosa tras lo ocurrido en Estados Unidos, donde la alta presencia de aficionados mexicanos se hicieron notar en el protocolo del podio, abucheando al ganador de la carrera, Max Verstappen, y profiriendo gritos de “Checo, checo, checo” durante el podio. Un vaticinio pormenorizado de lo que podía ocurrir en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
Y tan pronto acabó la carrera, el sonido ambiente desapareció, amortiguado por el himno de la Fórmula 1 al estilo mariachi. Max Verstappen se bajó de su vehículo y celebró la victoria ante un silencio sepulcral, con un sonido de archivo de audio de fondo ‘estadiodefutbol1.mp3’. Podría haber más abucheos o menos, pero lo que seguro que no iba a haber, es indiferencia, como la que se mostró.
Entrevistas antes del podio
El problema residía en que por el protocolo de la Fórmula 1, los pilotos cogen el micrófono para una entrevista rápida antes del podio. Y aquí la cosa ya se complica. Por mucho que el ingeniero de sonido hiciera un gran trabajo, que lo hizo, minimizando el rudio ambiente para centrarse en la voz del piloto, y al mismo tiempo superponer un ambiente más… amigable, las transiciones de sonidos, los cambios de pistas, se hicieron más que evidentes.
Y este es el punto clave. El problema no es que la Fórmula 1 intenta eliminar la negatividad del producto que vende, sino la evidencia de que no tienen reparos en manipular la realidad para mostrar otra cosa. ¿Qué otra cosa? Lo que sea conveniente. Conveniente para el negocio. Héroes, villanos… lo que sea, pero no la realidad.
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